LA POESIA Y LA PINTURA, 1626. Francesco Furini. Galería Palatina, Florencia. "La armonía es más fuerte que la luz"

Descripción de cuadros para Guillermo

EL DOLMEN DE EGUÍLAZ ( de Miguel d'Ors)


Andaba yo –calculo- por los dieciséis años;
la edad, como se sabe, de los granos
y de los Ideales.
                               Era cerca de Alsasua.
Cada vez que pasábamos,
a través de la ventanilla del coche y
el sirimiri, aquel fugaz letrero:
“Dolmen de Eguílaz”.
                                           Y mi adolescencia
soñaba allí una enorme y ancestral tosquedad
de piedras euscaldunes (recordaba
la palabra arriak, con su sonido
también tosco y antiguo),
y en torno un territorio trémulo de pasado,
una campa poblada por sombras primigenias:
homínidos velludos, malolientes pellejas,
hachas de torpe piedra, los restos derribados
de algún mamut –como un navío en ruinas-
entre niños desnudos y mujeres
con los pechos colgándoles igual que sacos sucios
y greñas pegajosas.
                                       Pero había
que estar hacia las dos en Puebla de Sanabria,
“ya vamos con retraso”, “el próximo viaje”…
y así fueron pasando los próximos viajes,
los veranos, los años.
                                         Hasta tuve coche 
-aquel “600” blanco al que en invierno siempre
se le mojaba el delco-, y una vez
la vida me llevó de nuevo por delante
de aquel letrero (entonces indicaba
el dolmen y además mi adolescencia)
y pude al fin pisar mi propio freno
ante aquel nombre mágico.

De lo que vi –después de tantos años
esperando- al final de aquella pista,
en aquel jardincito con rejas y gravilla
que parecía temblar como un gorrión mojado
bajo el otoño vasco,
me da vergüenza hablar. Pero lo que sí digo
es que a partir de entonces para mí
aquel dolmen de Eguílaz viene siendo – supongo
que me entendéis-, un símbolo perfecto
de la vida.

Dolmen de Eguílaz

LA GRAN FIGURA (de William Carlos Williams)


La figura 5 en oro.    Charles Demuth
(inspirada en el poema de William Carlos Williams:
La gran figura)


A través de la lluvia
y las luces
Vi la figura 5
en dorado
sobre un rojo
carrobomba
moviéndose
tenso
sin cuidado
al tañido del gong
aullidos de sirena
y ruidosas ruedas
por la oscura ciudad.

CAPELLA SISTINA (de Jorge Eduardo Eielson)


hay personas
correctamente vestidas de gris
con camisa y corbata ciertamente
que a duras penas son personas
personas que se aventuran
con sus mil ojos cerrados
de escarabajos
bajo la cúpula divina
del florentino
personas que se arrodillan
ante sus pantorrillas
y sus inmensos traseros encendidos
antropófagos sin dientes
que ya no muerden
sino admiran sobre la pantalla atroz de la sixtina
en la carnicería final del buonarrotti
el sangriento banquete de un magnate
o una película en colores
sobre hiroshima

LA DAMA DE WARKA (de José María Álvarez)


El bueno de Chevalley no terminó de
comprender eses palabras; sobre todo
le resultaba obscura la últimnoa frase
-Giuseppe Tomasi de Lampedusa-


Más allá  de
                     todo,
                                 la Dama
de Warka permanece.
Ese rostro sin
edad, ni sexo. En las cuencas vacías
de sus ojos, sólo
un hálito
de compasión.
                          Dice el museo de Bagdad, que era
una sacerdotisa de sangre real. Era
un rostro para el artista
en ese instante en que nos dimos cuenta
de que sólo tienen ya sentido
la piedad y el orden.

LA GIGANTA (de Charles Baudelaire)




La géante, 1929
René  Magritte
Colonia, Museum  Ludwig
 Cuando Naturaleza con su vigor intacto,
concebía a diario cachorros monstruosos,
junto a una gran giganta quisiera haber morado,
como al pie de una reina un gato voluptuoso.

Y ver cómo al unísono florecen su alma y cuerpo
y crecen entre juegos libres y pavorosos;
descubrir si una umbría llama alberga su pecho
por las húmedas nieblas que nadan en sus ojos;

recorrer a placer esas formas magníficas;
trepar por la ladera de su inmensa rodilla,
y a veces, en verano, cuando el sol aplastante

le obliga sobre el campo a tenderse cansada,
indolente a la sombra de sus pechos tumbarme,
como aldea apacible al pie de una montaña.




LA ILUSIÓN DE LOS OJOS (de Hans Magnus Enzensberger)



Tú dices:
abro los ojos y veo lo que está ahí
por ejemplo allí en la pared esa mujer desnuda
o aquí este aburrido lápiz
o el ojo que me mira fijamente sin cesar para volverse loco
Cierro los ojos y veo lo que no está ahí

Tan simple es la cosa
Tan fácil es engañarte

Pues en realidad la realidad está cabeza abajo
también tu cabeza tambien el cine en tu cabeza  

¿De dónde sabes tú si el ojo se mueve y el cuadro esta quieto
o el ojo está quieto y el cuadro se  mueve? 

Seguro es sólo que lo desaparecido no ha desaparecido
y lo presente no está presente
O bien ves el cine o bien la película
o el ojo o el cuadro

Y por eso miras fijamente sin cesar a esa mujer desnuda en
la que no se mueve nada
con los ojos desorbitados para volverse loco
esa mujer que no está ahí
y miras con los ojos cerrados estas aburridas gafas aquí
esta carnicería en el cine
estos objetos que danzan ante ti sobre la mesa 

Tan simple es la cosa
tan fácil es engañarte

O miras en un par de ojos en los que se reflejan los tuyos
en los que se reflejan un par de ojos en los que tú miras

Abre los ojos y lo que aparece desaparece
Cierra los ojos y lo desaparecido aparece

Pero eso no lo quieres ver
Tú dices:
Abro los ojos y veo lo que está ahí 

etc. ad infinitum