LA POESIA Y LA PINTURA, 1626. Francesco Furini. Galería Palatina, Florencia. "La armonía es más fuerte que la luz"

Descripción de cuadros para Guillermo

LA GOMA DE BORRAR (de Rafal Rzany)


Mi hija de cuatro años pregunta de dónde venimos.
Mi mujer le responde como mejor puede.
-¿Y cuándo uno se muere? Ahora respondo yo
y ella con sorprendente facilidad
asiente. (¿Está de acuerdo o analiza más bien
el futuro con una máquina del tiempo que
ha vuelto a construir con piezas como de lego
y cabello angelical?)

Y de repente añade con una sonrisa y suavemente:
-O a lo mejor
el buen Dios nos dibuja con una tiza
y después
nos da la vida.
-¿Y después, qué más? –preguntamos ahora nosotros, divertidos
aunque con tristeza.
-Después coge una goma de borrar.


EL ARQUERO CIEGO (de José A. Ramírez Lozano)



Yo he visto, sobre un muro
de ladrillo, allá en Rodas,
un arquero pintado que tensaba
su arco.
            El tiempo había
ido con su ruina arrebatándole
la que fuera su presa, un cervatillo
que, tal vez, el pintor
puso allí entre unas zarzas o quién sabe
si un fiero mirmidón
al que apuntara y diese
sentido a su belleza.
                                 Sin embargo,
nada más bello que ese esfuerzo inútil,
como inútil también es la epopeya
de los dioses.
                      Ahí sigue
ciego aún en el muro, con su arco
tenso, sin
más presa ni enemigo
que el desamparo de la historia.
                                                   Nunca
tuvo él mejor tino
ni más alta diana que ese gesto
de sabia certidumbre
con que se prueba, ajeno a todo
lo que fue vano afán, a la memoria
oscura de su nombre,
incluso al tiempo
que ahora lo redime.


SONETO DEL CENTAURO JOVEN (de Agustín de Foxa)

Joven Centauro en tibia primavera,
fresco animal y adolescente sabio,
con problemas de Euclides en el labio
y tus cascos de potro en la pradera.

Tú galopas el trébol con rocío,
torso desnudo y grupa musculada,
y aguardas, en la tarde, a la yeguada,
cuando atraviesa, con espuma, el río.

¡Oh, quien tuviera, como tú, cintura
donde la rosa carne adolescente
se injerta con el áspero caballo!

¡Tener libres los ojos en la altura,
tranquilo el corazón, limpia la frente,
y abajo el animal, triste y vasallo!



Jardín del Museo del Capitolio
Roma, verano de 1940

AL RECIBIR MI RETRATO (de Pedro Antonio de Alarcón)


                            (Pintado por mi amigo el Sr. D. Ignacio Suárez Llanos)


Al verte, ¡oh grave pintura!,
entrar en mis lares hoy
con mi edad y mi figura,
no sé qué vaga tristura
siento al decir: «Así soy.»

Tal vez pienso que mañana,
cuando de mi edad lozana
rastros queden sólo en ti,
dirá mi vejez ufana 
a mis hijos: «¡Así fui!»

Tal vez pienso que algún día
(cuando Dios llamarme quiera)
buscará tu compañía
esta dulce esposa mía,
para decir: «¡Así era!»

Tal vez pienso que quizá,
al cabo de muchos años,
nadie te conocerá,
y un extraño a otros extraños
dirá al verte: «¿Quién será?»

Y que, al comprarte, atraído
por lo antiguo de tu traje
o por tu buen colorido,
les dirá: «¡Este personaje
no debe haber existido!»




Capítulo VII de la novela "RAYUELA" (de Julio Cortázar)


"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua".

VAUDEVILLE DE LUJO (de Charles Simic)

    
Mi niño tiene un hueso de gato negro.
                                              Hop Wilson.

Un fetiche, dicen los diccionarios, es un espíritu aferrado a un objeto material. “Oculta a tu Dios, Él es tu fuerza”, recomienda el poeta Paul Valéry, y lo mismo ocurre con el fetiche. Suele mantenérselo fuera de la vista.
Las cajas de Cornell son como pociones de brujo. Contienen objetos con propiedades sagradas y mágicas. La caja es un pequeño templo vudú con un altar. En él, se prepara el remedio del amor o el filtro de la inmortalidad.
Mientras tanto, deberías susurrar algo al hueso de gato negro si quieres que sea eficaz.







MUESTRA SU INGENIO EL QUE ES PINTOR CURIOSO ( de Miguel de Cervantes)


Muestra su ingenio el que es pintor curioso
cuando pinta al desnudo una figura,
donde la traza, el arte y compostura
ningún velo la cubra artificioso:


vos, seráfico padre, y vos, hermoso
retrato de Jesús, sois la pintura
al desnudo pintada, en tal hechura
que Dios nos muestra ser pintor famoso.


Las sombras de ser mártir descubristes,
los lejos, en que estáis allá en el cielo
en soberana silla colocado;


las colores, las llagas que tuvistes
tanto las suben que se admira el suelo,
y el pintor en la obra se ha pagado.

VUE DE GENÊVE * (de Luis Izquierdo)

* Versos para poner el pie del cuadro "Paysage près de Genêve", del pintor Jean-Ètienne Liotard (1702-1789)

En el encuadre aéreo
frente al observador
de tan sutil atmósfera,
la mirada planea resbalada
por la hierba suavísima en declive
circundada de nieve en lejanías.

Imagina ser eco de la música
inaudibel, y ante esa panorámica (Vue
de l'atelier de l'artiste)
confluyen tabla y formas y designio
de procurar, certero, algún acorde
sin paralelo estricto con los días.
Hay un enlace grato entre las cosas
y la nimia figura que las mira,
con el observador acompasadas.
En el aire indiviso del museo,
se integra así el paisaje transitivo.

Un mundo en sintonía con su escala
personal de equilibrio transparente
retorna impresentidas la vivencias
gracias a la mirada dela rtista.
La tela da la imagen de otros siglos,
pero en su aspecto indemne perpetúa
la persuasión de dar la primavera.

Insertarse en el cuadro es suponer
un espacio interio participable
y a salvo de los tiempos y su garra
sólo por un momento, el infinito
de esta fiel evidencia momentánea.

También eterna, ya que al circular
contra la noche exacta de los números
(Kommerzbank, Lyon's Rent, Auguri Finanziari),
se eleva irreductible la mirada.

Ve lo que vio y aún ve, desde el museo
lejano, acompañándole:
la calma
inasequible a estragos de las letras
prometedoras de ilusión sin tasa.

Y así el cuadro (Paysage
près de Genéve)
                                intensifica
su ejercicio en las artes persuasivas
del arte visionario o verdadero,
sólo posible en nieves y relieves
por la palera en su absorción tangible
o en la ávida escritura de la mente.




EL DESARROLO (de Slawomir Mrozek)

    

    
     La vida es la vida. Para distraerme, me gusta observar a las cucharachas. Por separado no son interesantes, pero juntas parecen tener un gran potencial.
     Por ejemplo, ayer. Estaba sentado en la cocina fumando mientras ellas corrían de aquí para allá. Corrían y corrían, hasta que de repente se dispusieron formando la obra maestra de Leonardo da Vinci La última cena. ¿Casualidad? No, la inevitable ley del desarrollo, el dinamismo creativo del grupo, la evolución. Basta con que una sociedad corra para que haya resultados.
      El problema está en que enseguida se dispersaron. Leonardo no duró más que un segundo. Pensé: “Voy a coger un insecticida en spray, esperaré y, en cuanto se vuelvan a disponer formando alguna obra, pulverizaré y la fijaré”. Cogí el spray y me puse al acecho.
     Ellas de nuevo de aquí para allá. Se me apareció fugazmente algo como Le déjeuner l´erbe de Manet. Lo dejé pasar. Al parecer, habían avanzado en su evolución y ya estaban en el impresionismo. Podría fijarlo, pero, ¿acaso tengo derecho a detener el desarrollo? El impresionismo es un gran logro, pero si las detengo, quién sabe a qué dejarán de llegar, pudiendo llegar a ello.
     El cubismo: lo dejé pasar
     El surrealismo: lo dejé pasar
     Mantengo un dedo sobre el spray, pero aún no aprieto. Ya se sabe que después de lo nuevo tiene que llegar algo más nuevo, es decir, después de lo bueno lo aún mejor. Así que no hay que preocuparse porque Leonardo y las obras posteriores se hayan dispersado, al revés, eso es el desarrollo.
     Ya estamos en la era moderna. No hay más que maravillas. Warhol, por ejemplo. Pero él tampoco es ya el último grito, no es más que un clásico. Corred un poco más, hijitas, y llegaréis a formar algo jamás visto. Yo espero la más contemporánea modernidad, o sea, lo mejor.
     Pero, ¿qué ocurre?, ya no veo nada, sólo unas cucarachas corriendo. ¿Se habrán cansado? ¿La decadencia? ¿La caída del arte? Abro los ojos de par en par, pero no hay nada más que cucarachas.
     Oh, qué tonto soy. ¿Cómo podría ver algo, si aún no me he desarrollado? Ellas seguramente ya están en el siglo XXV (ya es más de medianoche y corren muy de prisa), y yo sigo a finales del XX. Mi percepción no alcanza a seguirles el paso, eso es.
     Dejé el spray y me fui a dormir. Volveré a la cocina dentro de quinientos años.