LA POESIA Y LA PINTURA, 1626. Francesco Furini. Galería Palatina, Florencia. "La armonía es más fuerte que la luz"

Descripción de cuadros para Guillermo

UNA TUMBA EN ARUNDEL (de Philip Larkin)



Tumba medieval de un caballero y su esposa
en la Catedral de Chichester   (Inglaterra)
y en la que se inspiró Philip Larkin
para escribir su famoso poema.
 

Lado a lado, los rostros borrosos,
en piedra yacen el conde y la condesa,
sus dignos hábitos apenas visibles
como una armadura unida, el pliegue rígido
y un tenue indicio del absurdo:
los perritos echados a sus pies.

Esta sencillez del prebarroco
apenas seduce a la mirada, hasta
que se topa con el guantelete del conde,
vacío, todavía sujeto en el otro; y uno
ve, con tierna y súbita emoción, que
su mano, retraída, sostiene la de ella.

Nunca pensaron yacer por tanto tiempo.
Tal fidelidad en la efigie
era sólo un detalle que verían los amigos;
la dulce gracia comisionada a un escultor
que se pierde al prolongar,
en torno a la base, los nombres en latín.

Nunca supusieron cuán pronto
en su supino viaje estacionario
el aire se tornaría daño silencioso,
y no admitiría a los viejos inquilinos;
cuán pronto las miradas, una tras otra,
comienzan a mirar, no a leer. Con rigidez

persisitieron, unidos, a lo largo y ancho
del tiempo. Sin fecha, cayó la nieve. Cada verano,
la luz llenó el vitral. El trino brillante
de una parvada salpicó el mismo
terreno repleto de huesos. Y por los senderos
llegó infinidad de gente, diferente,

deslavando su indentidad.
Ahora, indefensos en el hueco de
una edad sin herádica, un canal
de humo en lentas madejas suspendido
sobre los vestigios de su historia,
sólo queda una actitud.

El tiempo los ha transormado en
falsedad. La fidelidad de piedra
que apenas se propusieron se ha convertido
en su blasón final y corrobora que
nuestro casi instinto es casi cierto:
lo que sobrevivirá de nosotros es el amor.




Del poemario “De Hardy a Heaney. Poesía inglesa del siglo XX”
Tradución: Nair María Anaya Ferreira
Ed: Unam


Otra versión, tambén magnífica, del mismo poema:

UNA TUMBA PARA LOS ARUNDEL


Uno al lado del otro, las caras borrosas
el conde y la condesa yacen en piedra,
sus decorosos hábitos vagamente asoman
en forma de armadura articulada, pliegues
almidonados, y ese leve toque de absurdo:
los perrillos bajo sus pies.

La simplicidad de ese prebarroco
apenas llama la atención, hasta que el ojo
capta el guantelete izquierdo de él,
que, vacío, la otra mano sostiene, y ve,
con una sorpresa a la vez brusca y tierna,
que le está cogiendo la mano a la mujer.

No pensaron que durarían tanto.
Esa fidelidad en efigie era apenas
un detalle que los amigos verían:
la amable gracia de encargo de un escultor
que solo pretendía contribuir a que pervivieran
los nombres en latín que hay en la base.

No imaginaban qué pronto,
en su supino viaje estacionario,
el aire se haría callado deterioro,
los convertiría en ocupantes anónimos;
qué pronto los ojos que vendrían luego
comenzarían a mirar, no a leer. Rígidos

persistieron, unidos, a través de longitudes
y anchuras de tiempo. Cayó nieve sin fecha. La luz
cada verano inundaba el cristal. El alegre
reclamo de los pájaros se esparcía
por el mismo terreno sembrado de huesos. Y por los caminos
llegaba la gente, infinita y distinta,

en una marea que barría su identidad.
Ahora, desamparados en el vacío
de una época sin heráldica, una madeja
de lentos hilos de humo suspendidos
sobre su fragmento de historia,
solo una pose permanece:

el tiempo los ha convertido en algo
falso. Esa fidelidad en piedra
que nunca pretendieron ha resultado
su blasón final, y demostrado
que nuestro casi instinto es casi cierto:
lo que sobrevivirá de nosotros es el amor.



 Y éste, que es el poema original:



AN ARUNDEL TOMB

Side by side, their faces blurred,
The earl and countess lie in stone,
Their proper habits vaguely shown
As jointed armour, stiffened pleat,
And that faint hint of the absurd -
The little dogs under their feet.

Such plainness of the pre-baroque
Hardly involves the eye, until
It meets his left-hand gauntlet, still
Clasped empty in the other; and
One sees, with a sharp tender shock,
His hand withdrawn, holding her hand.

They would not think to lie so long.
Such faithfulness in effigy
Was just a detail friends would see:
A sculptor's sweet commissioned grace
Thrown off in helping to prolong
The Latin names around the base.

They would no guess how early in
Their supine stationary voyage
The air would change to soundless damage,
Turn the old tenantry away;
How soon succeeding eyes begin
To look, not read. Rigidly they

Persisted, linked, through lengths and breadths
Of time. Snow fell, undated. Light
Each summer thronged the grass. A bright
Litter of birdcalls strewed the same
Bone-littered ground. And up the paths
The endless altered people came,

Washing at their identity.
Now, helpless in the hollow of
An unarmorial age, a trough
Of smoke in slow suspended skeins
Above their scrap of history,
Only an attitude remains:

Time has transfigures them into
Untruth. The stone fidelity
They hardly meant has come to be
Their final blazon, and to prove
Our almost-instinct almost true:
What will survive of us is love.