LA POESIA Y LA PINTURA, 1626. Francesco Furini. Galería Palatina, Florencia. "La armonía es más fuerte que la luz"

Descripción de cuadros para Guillermo

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EL NIHILISTA PRESO - a propósito de un cuadro de Ilya Repin- (de Juan Cruz López)



El estudiante nihilista. Ilya Repin, 1883
El nihilista tiene
la mirada en fuga
y el pelo rojo,
como una de sus visiones
oscuras e incendiarias.

Acurrucado en un rincón
de su celda helada,
sueña con un mundo en ruinas
donde empezar a construir de cero.

El nihilista tiene
en el bolsillo un libro
y en la piel
la marca de las torturas.

Sus manos negras,
manchadas de pólvora,
dibujan en su imaginación
un nuevo camino hacia el desastre.

Si fuera por él,
arrancaría de cuajo
hasta la raíz del mundo.

El nihilista es enemigo,
sin embargo,
de la desesperación
(se sabe vencedor
al cabo de los siglos).

-Nada nos salvará -se dice-
y sonríe salvajemente.
Los golpes así
le duelen bastante menos.

En las mazmorras del zar
su dolorida carcajada
se eleva como una maldición.

El eco prevalece,
incluso,
por encima de la negación suprema:
su propia muerte.



NO LO ESPERABAN (de Emilio Garcia Montier)

No lo esperaban, 1884-88
Ilya Repin
Moscú, Museo Estatal Tretiakov


























El ama no ha podido detenerlo
una mujer salta bruscamente
y un grito ahoga la lección de música
los niños miran sobre el pasado
al hombre que tan poco se sostiene a la luz de jardín;
ni las fisgonas ni las fotografías
sabrán que su capote no es sino otra barba bajo la fiebre terrible
de sus ojos
qué antigua historia -disfrazada de viaje o de triste noticia- arde
bajo su magra piel
mientras implora algún perdón por sus jirones:
el tiempo mismo no lo sabe
pero ahora un gesto no podría mentir, ni detenerse,
ni siquiera arreglarnos el peinado
el tiempo ha puesto un hombre al centro de la sala
nos ha sonado las monedas
con que pagábamos a otro su recuerdo.

UNA CONVERSACIÓN JUNTO AL VOLGA (de Santiago Elso Torralba)

Ilya Repin
Los sirgadores del Volga, 1897
San Petersburgo, Museo Estatal



















No hay nada nuevo bajo el sol, murmura.
¿Qué saco de mi afán? Alguna llaga,
por ser un sirgador; escasa paga
y harapos, por tirar de mi atadura

aquí en el Volga, y ser el que procura
botar un barco, halar del que naufraga
o ha encallado luego, y en la aciaga
orilla ser –lo dice tu pintura,

que me retrata- el de mirada triste.
¿No hay nada nuevo bajo el sol, dijiste?,
le responde el pintor, dejando su arte

a un lado. Tú eres nuevo, y lo es el río
a cada instante, y lo será el gentío
que acudirá a un palacio a admirarte.

AL MAR (de Alexander Pushkin)

 


¡Adios, libérrimo elemento!
Contemplo por postrera vez
tus olas célicas al viento,
tu hermosura y altivez.
Cual queja triste de un amigo,
como su voz de despedida,
tu imperativo, mustio ruido
por vez postrera se avecina.

¡Límite ansiado de mi alma!
Por tus orillas en tinieblas
tan a menudo yo vagaba,
atormentado por mi idea.
¿Y no amé tu eco acaso,
todo el fragor de tus abismos,
y el silencio al ocaso,
y el arrebato advenedizo?
La barca fiel del pescador
que guardas tú, mar, por antojo,
roza el oleaje con valor,
mas desenfrenas tu enojo
y se hunde en banda la mejor.
 
No supe, al fin, abandonar
tu orilla inmóvil, aburrida,
ni alegre agradecerte, mar,
y por tus crestas orientar
mi tan poética huida.


El adios de Alexander Pushkin al mar

Cuadro de Ivan Aivazovski e Iliá Repin (1877)

Oí tu voz, encadenado,
en vano mi alma se partía:
de una pasión quedé encantado
y no abandoné tu orilla.
No lo lamento. ¿A dónde, es cierto,
quisiera, indolente, ir?
Un solo punto en tu desierto
me admiraría en el vivir.

Oh, mar, conmueve hoy las olas,
el poeta siempre fue tu vate.
Tu imagen fue su distintivo,
tu alma lo forjó sensible,
igual que tú, hondo y sombrío,
también potente e invencible.
Quedó vacío el mundo… ¿A dónde
me llevarías, mar hermano?

¡Adiós, pues, mar! No he de olvidarme
de tu espléndida belleza,
y oiré al caer la tarde
tu voz, fragor que embelesa.
Al bosque, a la llanura hosca,
pleno de ti, me llevo ahora
tus claroscuros, golfos, rocas
y el murmullo de tus olas.



Alexander Pushkin, 1824