LA POESIA Y LA PINTURA, 1626. Francesco Furini. Galería Palatina, Florencia. "La armonía es más fuerte que la luz"

Descripción de cuadros para Guillermo

EL PINTOR (de Fina García Marruz)


Despues de comer mariscos de un naranja oceánico
junto a la vulgaridad de la motorola entonando delicados
     boleros,
fuimos, alegres, los amigos a caminar un rato
hasta el embarcadero de podridos tablones casi humanos,
oscuro entre las diosas de la alta tarde,
como un mortal entre inmortales.

Nuestro amigo iba delante, hablando alto,
mostrándonos sus tesoros con nadie compartidos,
la casucha de pintor que alquiló por unos pesos
en medio de aquel paraíso, el  paseo
que hizo con una dama, cual los poetas de antaño,
por la costa de azul napolitano,
de franca luz abierta que de pronto se hacía
huraña levemente, pasada por el ópalo.
Los pescadores remendaban las redes como los
     evangelistas,
los hijos de los camaroneros caminaban descalzos y
     radiantes
entre los guijarros de la orilla. El ruido seco
de los remos al encallar en la arena iba diciendo
los versos Marti, y el poeta Manzano
nos saludó al desembarcar en al playa de caletas y
     mangles.

Recogíamos, como conchas, los colores, cuando
de regreso, hacia el anochecer, pasamos
por la casa del pintor, a conocer sus lienzos,
y entonce fue que vimos lo impensado:
En una claridad de lámpara de campo
mal esparcida, a trechos, a una
claridad  azulenca de acuarium,
mientra caían sobre el pueblo los paños del morado,
vimos al pintor en el portal, trabajando todavía,
la luz era ya tan escasa que, doblado,
su cuerpo corpulento se inclinaba hacia el lienzo
con una infinita delicadeza,
como una bordadora junto a su bastidor parecía,
en ese silencio en que la araña hace su tela.
Tardó un instante en advertir nuestra presencia,
borrosas, sonrientes, salieron las mujers de la casa,
y nos mostró sus telas grotescas y leves.
Entonces comprendí que el lienzo verdadero era el otro,
el fugaz, en que estábamos,
viendo sus bastas manos que querían tocar la gloria,
escapada unos instantes que no manchaba el tiempo
al portal morado del pueblo anocheciendo tan despacio
en el umbral que nos detuvo junto al pintor absorto.