LA POESIA Y LA PINTURA, 1626. Francesco Furini. Galería Palatina, Florencia. "La armonía es más fuerte que la luz"

Descripción de cuadros para Guillermo

MADONNA (de Blanca Varela)

Madonna col bambino col scene della vita di sant'Anna
Obra conjunta de Massaccio y Masolino
    
 La que había visto todo se volvió de perfil, orgullosa y fortalecida. Sobre el lecho se incorporó la madre y ofreció el hijo, envuelto como una crisálida, a los postreros rayos del sol. Al mismo tiempo el ama acercaba el seno henchido y moreno al labio virgen del recién llegado, pero él dormía, indiferente al calor del sol y al misterio del primer beso. 
     Un crítico severo hubiera reclamado un fulgor de sangre en el entarimado de porcelana, y que el triángulo de cielo de la ventana hubiera sido más azul, más cielo.
     Y además, aquel niño ya crecido, al centro de todo, oraba de una manera extraña, uniendo las plantas de los pies como un simio.
     La arquitectura era limpia pero banal, con algo de templo y de mercado. Escaleras inútiles, ventanas que aspiraban la oscuridad a borbotones, arcos bajos como tumbas, escaños desocupados y cortinajes anudados con ira.
     Y luego, cruzando el tiempo, el cortejo de mujeres con sus dones y secretos a cuestas. Estaban todas. La que lucía el vientre como una hogaza dura y rubia bajo la gasa mortecina. La madre de aquel párvulo que se protegía del milagro a la sombra de la cadera familiar y opulenta. La dueña de la trenza todavía infantil y del seno obviamente maduro. Y entre ellas, apartada, la célibe: sabia como una abuela, poderosa de brazos y ensimismada frente a la ventana.
     De espaldas a la escena la más grave, la más dulce de todas. Con el niño extraño y crecido entre los brazos parecía saberlo todo. Amor en sus ojos extraviados, ceguera y luz en el rostro del infante rollizo.
     Al fondo, huyendo del lugar, un anciano trepa penosamente las escaleras. En lo alto lo esperaba una dama, noble de porte y vestido, que lo ayudaba gentilmente a transponer el umbral que le correspondía.