Fui deambulando por las calles,
cruzando unos canales, siguiendo la orilla de otros,
en dirección a la plaza principal,
a los esparcidos bultos que emergían de la quietud
(como en la vista de la ciudad con el petit pan de mur jaume)
pregunto dónde vivió Vermeer.
Nadie lo sabía. Y fui de calle en calle
hasta llegar a una pequeña tienda
que vendía sencillos recuerdos de la ciudad
(azulejos pequeños, porcelanas, etc., para turistas).
Sonrió, me llevó a otra puerta
que daba a una gran plaza, y me enseño
la placa en al fachada de la casa.
Vista de Delf, 1658-1660 Mauritshuis, La Haya Vermeer |