El dos de mayo de 1808 en Madrid o La carga de los mamelucos, 1814 Museo del Prado Franciso de Goya |
Nosotros
sucesores del miedo
prole que la denuncia reunió
nacimos para el claustro de una síntesis
condenados a íntimas empuñaduras y a pupilas dispersas
transportamos
una misión malentendida
tan irremediablemente solos
tan lúcidamente distantes
en el ritual de la mayor tristeza
el ciclo
de una tragedia antigua
se cae de nuestros colgantes omóplatos
y mi puño que el miedo instruye
domina la procesión de tus muertos
desde el sabor de la punzada enferma de sí
la blasfemia está agotada de ser enseñanza
y hay una muchedumbre espantando su ceguera
y un doloroso ánimo por testificar lo que sois
un nudo de cuellos aún recientes
que el espléndido peso de la cólera
desfigua
y nuestros músculos que no terminan de hundirse
en al fijación enboscada de su envío...
Desciéndeme te lo suplico
de este cetro de la infamia
quiero llorar por fin.