Castaño en flor, 1887 Museo Nacional Van Gogh Van Gogh |
Se agrava la quietud. Ni una de las hojas
del ya en sombra, cabal y bien cumplido
eminente castaño, te hará caso; las mueve
la violencia del aire, sosegado
ahora que el estanque junta noche y se colma
sin desbordar. Lo inmóvil nos congrega.
Las apariencias que nos quita el día
vuelven despacio al centro de su calma.
Tu retórica, piedra a piedra, se desmorona.
La tierra es otra vez la tierra y, netas
contra el azul frescor, se recortan los hojas.
Adiós. Y gracias por tu furia
instructiva. Hoy no es el fin del mundo:
dobla la no desnuda rama
el fruto sin cortar -y nos espera.