LA POESIA Y LA PINTURA, 1626. Francesco Furini. Galería Palatina, Florencia. "La armonía es más fuerte que la luz"

Descripción de cuadros para Guillermo

TALLER DE MANTENIMIENTO A LA MANERA DE UN BODEGÓN FLAMENCO (de José Ángel Ochoa)


No podría faltar la herramienta en nuestro taller de mantenimiento.
Colocada casi perfectamente, en su lugar, excepto aquella
que olvidada después de la faena queda sobre la mesa de trabajo,
a la manera de los muy afamados bodegones flamencos.

Podría ser, en este caso, un trozo de sandía y el trapo sucio
de taladrina que cuelga, un bordado holandés; faltarían unos pescados,
a no ser que miremos más profundamente y encontremos el bocata
de sardinas, cubierto de papel de plata, que ha quedado olvidado
después de ejecutar la orden de trabajo urgente que su patrón,
enfurruñado como siempre, habría exigido priorizar.

La atmósfera de este bodegón industrial, pesado de humos y oloroso,
más real que la mejor pintura del quince, nos recrea un ambiente
de densa inquietud. Los leves alientos que se intuyen detenidos,
como buen bodegón inanimado, nos hacen pensar en una tristeza,
casi miedo, paralizante podríamos decir; acaso se barrunta
un posible cierre, no se sabe, pero nuestra mirada se nos quiebra,
y un punto de desdicha nos inflama para con los ausentes trabajadores
y nos hace pensar que los cambios están afectando incluso al marco.

Estas paredes, pobremente adornadas, no se asemejan al barroquismo
esperado del marco del bodegón que nos viene al recuerdo. Solo una luz profunda
crea el sosiego y la estaticidad, esa linda hembra que nos enseña sus hinchados
pechos voluptuosos y se ofrece desnuda para el sorprendido visitante.
No es la virgen de la leche, no está el niño, tan solo se vislumbra en sus partes íntimas
una mancha de grasa, curvilínea, bien mirado podría parecer un dulce beso,
sería la parte animada del amor. Y ella nos sonríe, esa gracia industrial.

No es necesario buscar la firma, no es anónimo tampoco y el temple grasiento
que marca el paso de los días, un tachado que cruza los números y los rasga,
es la mejor prueba de que hubo vida, de que hubo autor. Y ella nos sonríe, maliciosa.