El sol de la leyenda
le amanece
a Navarra en los
ojos, como al roble
su viento cada día,
recio y noble
que ampara su verdor
y lo estremece.
La flor de la nobleza
no decrece
jamás en esta tierra.
Y, a redoble
de atabal lo pregonan
esta doble
luz de amor y de fe
que aquí nos crece.
En la luz de este sol
que nos alumbra
(el sol de la leyenda
y la hidalguía),
alza Olite el airón
de sus almenas
como un pavés
glorioso que la encumbra
en su piedra dorada,
y en porfía
hasta las cimas del azul,
serenas.
Palacio de los reyes de Navarra en Olite. España |