Quisiera estar ahí entre las figuras
que resumen Toledo y sus arcanos,
rostros que son incendios sobrehumanos,
ropas que son delgadas veladuras.
Quisiera estar ahí, entre las oscuras
almas de los hidalgos castellanos,
sostener el cadáver con las manos
y volar como incienso a las alturas.
El tiempo enseña que es vano mi empeño,
que soy sombra y el arte sólo un sueño,
un ilusorio fuego y sus despojos.
Tal vez. Pero al mirar el cuadro infiero
que algo transcendental y verdadero
me llama desde el fondo de esos ojos.