Arden los ojos de la faz lampiña
tostada por el sol del Condotiero
era insaciable instinto carnicero
que no igualan las aves rapiña.
era insaciable instinto carnicero
que no igualan las aves rapiña.
Tesón denuncia en la sangrienta riña
de su labio carmín frunce fiero,
y en su nombre no más, infausto agüero
en el vasto confín de la campiña.
Pecho de gladiador, cuello de atleta,
licenciosas costumbres de asesino,
y dúctil corazón de artista grande,
nada la da pavor, nada le inquieta,
y entre los dados y el amor y el vino
saca el puñal e impávido lo blande.
Il Condottiere.
Antonello da Messina, 1475.
Museo del Louvre, París.