Te estoy poniendo en un cuadro.
Hay un camino en él como
una cinta, una larga cinta
blanca
que se extiende hasta perderse
en la neblina y las nubes, en un sueño
en la neblina y las nubes, en un sueño
bordado, de veinte leguas de
largo,
en un pueblo junto al mar,
por el que podemos caminar sin
cansarnos nunca. Hay carámbanos
allí
donde el camino sigue el borde
de la costa. Ahí el verano se
congela
y quedas trasformado en un
bosque
trasparente, en el que cada
nueva hoja
pronuncia una palabra perfumada.
Tú la conoces bien, esta tierra
de mi blanco corazón polar, un
canino
de veinte leguas, que cosecha
tus huellas.
Una flor blanca, una flor
blanca.