LA POESIA Y LA PINTURA, 1626. Francesco Furini. Galería Palatina, Florencia. "La armonía es más fuerte que la luz"

Descripción de cuadros para Guillermo

LA SILLA AMARILLA DE VAN GOGH (de Jorge de Sena)



Silla
Vincent Van Gogh, 1888
Londres, National Gallery
En el suelo de losa una silla rústica.
Rústicamente empajada y amarilla
sobre la losa recogida y gastada.
En el asiento de la silla, un poco de tabaco en un papel
o en un paño (¿tabaco o no?) y una pipa.
Cerca del borde, en un cajón pequeño,
la firma. Además de esto, la puerta,
una azulada y macilenta puerta.
Vincent, como firmaba, y de la materia espesa,
en que los pinceles se empastelaron suaves,
se forma el torneado, se ocultan los
travesaños de la silla como la espesa arcilla
de las losas inestables, carcomidas, sucias.

Tras de las diosas, los conejos muertos,
y las batallas, príncipes, florestas,
flores en jaras, ríos deslizantes,
sereno atardecer de interiores de Holanda.
Faltaba esta humildad, la paja de un asiento,
en que un vicio modesto –el tabaco- fue olvidado,
o fue dejado expresamente como señal de que
lo poco ya contenta a quien desea todo.

No es sin embargo una silla aquello
que era mueble pobre de un vacío cuarto
donde la locura fue piedad en exceso
debido a los humanos que fuera pasan,
fuera ríen, pero de orejas que oigan
no quieren ni incluso en una salva rica
un lóbulo cortado, palpitante aún,
bañado en sangre alguna, el “quantum satis”
la lealtad, amor, dedicación, angustia,
inquietud, insomnios pensativos,
y sobre todo la mirada honda
de la soledad embriagadora y pura.

No es, no fue, ni nunca será silla:
Sólo el retrato concentrado y claro
de haber estado allí y allí haber existido quien
la conoció de mirarla y sentarse
en el cuarto exiguo que es sólo color sin luz
y un cajón en el borde, donde firmó Vincent.
Un nombre propio, una pipa, una cerrada puerta,
un suelo que escurre debajo de los pies
de quien coloca la silla en un exiguo espacio,
una silla humilde que es esa humidad
que le corroe de dentro a dentro que no hay
sino en el nombre propio en que lo niños tienen
una fe sin límites porque van creciendo
a la orilla de la locura. ¿Hay quien firme,
en un borde, en un cajón, su nombre de cuervo?
¿Y hay bordes en pintura? ¿Hay nombres que resistan?
¿Qué silla, incluso no-silla es humildad?
¿Todas, o sólo ésta? ¿Al final,
son sólo sillas lo que queda, y un modesto vicio
dejado sobre el asiento mientras lo colores empastan?