Blog elaborado por Santiago Elso Torralba: santielso2@yahoo.es y poesía-pintura.blogspot.com

LA POESIA Y LA PINTURA, 1626. Francesco Furini. Galería Palatina, Florencia. "La armonía es más fuerte que la luz"
Descripción de cuadros para Guillermo
AL PINTOR BROSIO ( de Blas de Otero)
Veintitrés años en la cárcel
de Ocaña a Teruel de Teruel a Burgos
(veintitrés años en la cárcel
las noches oscuras los días colorados)
veintitrés años en la cárcel
estudiando pintando paseando pensando
veintitrés años en la cárcel
siete meses en una celda de castigo
(de vez en cuando cantaba para que no muriera su voz)
la soledad abatida la esperanza a ciencia cierta
dibujando pintando pensando paseando
ventitrés años en la cárcel
de la ávida juventud a la serena madurez
(el invierno es cruel el verano abrasador)
encadenado por amor al hombre y la libertad
pensando en los compañeros de la mina
(veintitrés años en la cárcel
tres años en la mina)
cuatro kilometros de pasadizo hasta el pozo
rostros goyescos taladran el carbón el mineral
la mano es una escarpia roída
figuras fantasmales a la amarillenta luz de la lámpara
(37.000 hombres atacados por la silicosis)
silencio del pueblo su rabia contenida
(28.000 hombres horadando la profundiad
la mujer aguarda a la puerta de la casa con una jarro de vino)
veintitré años en la cárcel
de Ocaña a Teruel a Burgos
(siete meses en una celda de castigo
de vez en cuando cantaba para que no muriera su voz)
veintitrés años en la soledad
de la ávida juventud a la serena madurez
(tres años en la mina
veintitrés años en la cárcel)
ahora el mundo es inédito
la vida un golpe violento.
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Ambrosio Ortega,
Blas de Otero
LA MADRE (de Giosuè Carducci)
Ante el grupo escultórico de Adriano Cecioni
![]() |
La madre, 1886
Galleria Nazionale d'Arte Moderna
Roma
Adriano Cecioni
|
hacia los campos acucia, aún gríseos,
ella avanzar veía, andando
descalza entre olor de heno escarchado.
Sobre los surcos doblada, oíanla
cantar, de polvo blancos, de álamos,
desafiando con su coplas
a las cigarras de los alcores.
Cuando del tajo su pecho túrgido,
leonados bucles, faz bruna mórbida,
alzaba, ¡oh, Toscana!, tus tardes
aureolaban sus formas gallardas.
Ahora, robusta madre, a su párvulo
robusto, ahíto del pecho lácteo,
brusca alza en alto y con dulzura
le habla, sus ojos vuelve el pequeño
a la materna mirada fúlgida,
y el cuerpecito, de inquietud trémulo,
y sus dedos la buscan; ríe
la madre, todo amor desbordante.
Ríe con ella la obra doméstica
de sus manos; las cebadas dóblanse
risueñas en el cerro verde;
Estas, ¡oh Adriano!, visiones célicas
son el consuelo otorgado al ánimo
del fuerte, que desprecia sombras
de gloria que las plebes adoran.
Por eso en mármol, severo artífice,
tú una esperanza secular e ínclita
plasmas. ¿Cuándo será el trabajo
placer? El amor, ¿cuándo un descanso?
¿Cuándo una plebe, libre y enérgica,
al sol mirando, dirá: "No a bélicas
luchas, no al ocio, no al tirano
des luz, sino al reino del trabajo"?
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Adriano Cecioni,
Giosuè Carducci
UN BOCETO DE 1844 (de Tomas Tranströmer)
El rostro de William Turner está ocre de intemperie;
tiene un caballete al extremo de las rompientes.
Seguimos el cable verde plateado hacia el abismo.
Él vadea por el llano reino de los muertos.
Llega un tren. Acércate. Lluvia,
lluvia avanza sobre nosotros.
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Lluvia, vapor, velocidad, 1844 Nacional Gallery, Londres J.M.W. Turner |
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Turner
VAN GOGH TALADRA EL TIEMPO EN UN AUTORRETRATO (de Jesús Munárriz)
En éste
con el sombrero verde,
que en el diario me contempla.
Alguien lo ha acuchillado.
Alguien intentó hoy asesinar
a Vincent Van Gogh,
alucinado personaje
que pasó del delirio de dios al delirio
febril de la mirada
y vio el mundo en azules y amarillos,
blancos de cinc y rojos cadmio oscuro,
y pintó la energía de la tierra,
sus vectores secretos,
su agonía.
Alguien no ha soportado su mirada
lúcidamente enloquecida
bajo el verde sombrero,
la rabia de esos ojos que taladran
ferozmente el vacío
y acusan a la nada
de su suerte,
la nuestra.
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Jesús Munárriz,
Vincent Van Gogh
ADIOS A VAN GOGH (de Charles Tomlinson)
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Castaño en flor, 1887 Museo Nacional Van Gogh Van Gogh |
Se agrava la quietud. Ni una de las hojas
del ya en sombra, cabal y bien cumplido
eminente castaño, te hará caso; las mueve
la violencia del aire, sosegado
ahora que el estanque junta noche y se colma
sin desbordar. Lo inmóvil nos congrega.
Las apariencias que nos quita el día
vuelven despacio al centro de su calma.
Tu retórica, piedra a piedra, se desmorona.
La tierra es otra vez la tierra y, netas
contra el azul frescor, se recortan los hojas.
Adiós. Y gracias por tu furia
instructiva. Hoy no es el fin del mundo:
dobla la no desnuda rama
el fruto sin cortar -y nos espera.
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Charles Tomlinson,
Vincent Van Gogh
EL GRITO DE LA SANGRE (de Fátima Frutos)
Contemplación del cuadro "Giuditta che decapita Oloferne"
de Artemisia Gentileschi en Galería Uffizi de Florencia.
No alcanza a turbarte el grito de la sangre
ni el murmullo de la linfa en el lecho deshilachada.
No te azora el pavor apologético del rostro de Holofernes
como un epitafio donde se imprime la raíz de la humillación.
Rebasas la conciencia del drama con cauto pundonor
y en tenebrosa oscuridad, bajo el umbral de Caravaggio,
devoras la luz con la que se dicta sentencia a muerte.
Ni cielo constelado ni hiedras que trepen columnas,
sólo peso y volumen clandestinos, donde se roba el color
para ceder el paso a una espada en cruz abierta al llanto.
No marcha el destino por las cadenas de tus tullidas manos
ni por el miedo con el que la soledad te aguarda y tiemblas.
No se esconde la fatalidad de la violencia que padeciste
como engendro de odioso tálamo en el que venció la deshonra.
Arrojas la amargura hacia un puño que no se sostiene
y sobre el lino en el que la inocencia embestida se deshoja,
ejecutas el furor con el que un solo juramento usurpa al perdón.
Ni mansas praderas ni robles que simulen estatuas,
sólo forma y alegoría plenas, donde se rehúye la candidez
para trazar las sombras de una expresión insumisa al dolor.
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Artemisia Gentileschi,
Fátima Frutos
IMPOSIBLE ANGELUS DE MILLET (de Vicente Tortajada)
(Guerra, 1991
22 de febrero)
Fig. A)
¿Quién reza en el campo esta noche?
¿Es que no ve, a las primeras luces
de la aurora, junto a la estela roja
de las naves?
La bandera está en pie:
un gran mundo perfecto que no le necesita.
El pabellón que cubren las estrellas...
Y si no ondea al viento
en las últimas sangres del crepúsculo,
sobre la tierra de las almas solas
¿quién si no él podr´ña oprobar que sigue enhiesta?
¿Por quién reza? Las noches no dejan de pasar...
Los ángeles -desde luego, son ángeles-
cantán para todos, no sólo para él.
Viejas historias le irán atrapando,
nada es como pensaba que sería...
¿De dónde le viene el olor del heno?
¿Quién reza, en qué campo, esta noche?
¿Y dónde están el heno removido,
las mieses de qué campo?
Fig. B)
Nadie reza esta noche,
las estrellas dibujan
en su hermosa computador
mi pequeño mundo perfecto.
siempre, a las primeras luces del alba,
junto a la estela roja y azul de aquellas naves,
una bandera sigue allí.
Noche. Mundo perfecto para el que no soy nada.
Ondea esa bandera que cuajan las estrellas.
Primeras sangres del amanecer
¿quién probará esta noche que la extraña bandera
continua su vuelo?
Y los días no dejan de pasar,
son ángeles -yo creo que son ángeles-
que cantan sólo para mí...
Viejas historias me están atrapando,
y nada es como yo pensaba que sería.
Mi vida en el retiro.
¿Dónde está el heno removido?
Las mieses de algún campo...
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El angelus, entre 1857-1859 Museo de Orsay, Paris Jean-François Millet |
(Guerra, 1991
22 de febrero)
Fig. A)
¿Quién reza en el campo esta noche?
¿Es que no ve, a las primeras luces
de la aurora, junto a la estela roja
de las naves?
La bandera está en pie:
un gran mundo perfecto que no le necesita.
El pabellón que cubren las estrellas...
Y si no ondea al viento
en las últimas sangres del crepúsculo,
sobre la tierra de las almas solas
¿quién si no él podr´ña oprobar que sigue enhiesta?
¿Por quién reza? Las noches no dejan de pasar...
Los ángeles -desde luego, son ángeles-
cantán para todos, no sólo para él.
Viejas historias le irán atrapando,
nada es como pensaba que sería...
¿De dónde le viene el olor del heno?
¿Quién reza, en qué campo, esta noche?
¿Y dónde están el heno removido,
las mieses de qué campo?
Fig. B)
Nadie reza esta noche,
las estrellas dibujan
en su hermosa computador
mi pequeño mundo perfecto.
siempre, a las primeras luces del alba,
junto a la estela roja y azul de aquellas naves,
una bandera sigue allí.
Noche. Mundo perfecto para el que no soy nada.
Ondea esa bandera que cuajan las estrellas.
Primeras sangres del amanecer
¿quién probará esta noche que la extraña bandera
continua su vuelo?
Y los días no dejan de pasar,
son ángeles -yo creo que son ángeles-
que cantan sólo para mí...
Viejas historias me están atrapando,
y nada es como yo pensaba que sería.
Mi vida en el retiro.
¿Dónde está el heno removido?
Las mieses de algún campo...
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Jean-François Millet,
Vicente Tortajada
SILENO -José de Ribera- (de Rafael Rosado)
![]() |
Sileno ebrio, 1826 Museo de Capodimonte, Napoles José de Ribera |
La glotonería de tu lengua
se derrite en astucias.´
Polula el sátiro adamado;
los lunares son flores.
Sobre la panza ostentas
el gorro frigio:
Escapulario de agitadores.
Ese furtivo hilo de saliva
recrea el juguete de tus carnes;
nos muestra la generosidad del deseo.
Una copa repleta de risueñas bocas.
Azúcar.
La mueca anula al monosílabo;
Trenza los labios.
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José de Ribera,
Rafael Rosado
UNA ACLARACIÓN (de Carlos Navarro Repiso)
Saben muy bien los lectores
que la Prensa en general
imprime muchos errores.
Refiriéndose al retrato
de cierto escritor noblote,
dióle un diario un mal rato,
diciendo que "era el retrote
del eximio literato".
Notó la equivocación
el que así mortificaban
y, con gran indignación,
pidió a los que le ferraban
una rectificación.
Pronto apareció una nota,
advirtiendo a todo el mundo
-que no entendió una jota-:
"Reterta es un error profundo;
quisimos decir: retrota."
En fin , que puesto en un brete,
triunfador, felice y pío,
aclaró el periodiquete:
"Lo de retorte fue un lío.
Debimos poner: ¡Retrete!".
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Carlos Navarro Repiso
"ENTERRAR Y CALLAR"- Goya - (de Miguel Otero Silva)
Goya
Si han muerto entre centellas fementidas
inmolados por cráteres de acero,
ahogados por un río de caballos,
aplastados por saurios maquinales,
degollados por láminas de forja,
triturados por hélices conscientes,
quemados por un fuego dirigido,
¿enterrar y callar?
Si han caído de espaldas en el fango
con un hoyo violeta en la garganta,
si buitres de madera y aluminio
desde el más alto azul les dieron muerte,
si el aire que bebieron sus pulmones
fue un resuello de nube ponzoñosa,
si así murieron sin haber vivido,
¿enterrar y callar?
Si las voces de mando los mandaron
deliberadamente hacia el abismo,
si humedeció sus áridos cadáveres
el llanto encubridor de los hisopos,
si su sangre de jóvenes, su sangre
fue tan sólo guarismo de un contrato,
si las brujas cabalgan en sus huesos,
¿enterrar y callar?
Enterrar y gritar.
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Goya,
Miguel Otero Silva
REFLEXIONES DEL PINTOR JAMES ENSOR (de José Pérez Olivares)
![]() |
La entrada de Cristo en Bruselas, 1888-1889 Musée Royal des Beaux-Arts, Amberes James Ensor |
El vulgo sólo distingue desorden, caos, incorrección
J.F
Para los niños nómadas
he pintado la entrada de Cristo en Bruselas.
Para los indiferentes, los Obispos y las coristas
he pintado la entrada de Cristo en Bruselas.
Para los desesperados
que van rastreando un cuerpo debajo de la lluvia,
para taumaturgos y suicidas
he pintado la entrada de Cristo en Bruselas.
Pudiera parecer absurdo pintar a Cristo
rodado por esa gentuza;
pudiera ser banal
poner mi arte en función de tanta mediocridad.
Sin que nadie lo supiera tomé el pincel y los colores
y pinté esas máscaras chillonas,
apreté un tubo de carmín y apareción una legua;
hice un trazo al azar
y surgió, vehemente, un grito.
Todo el día
y la noche que sigue a ese día,
y la madrugada siguiente
pinté y pinté sin cesar
la entrada de Cristo en Bruselas.
Aquellos rostros asustan;
hay en ellos tanto miedo, tant fealdad;
hay tanta demencia en este cuadro,
y en el centro está Él
y la ciudad de Bruselas al fondo.
En realidad no hay rostros, sino máscaras;
tampoco existe ciudad
sino un infierno de colores.
No sé quién vendrá a contemplar esta obra.
La gente, al verla, se escandalizará
y apartará su vista de allí
como se aparta la vistra de algo indecente.
En realidad, es una pintura indecente
para un mundo indecente.
Y todo cuanto he representado
no es más que pura indecencia.
Por eso lo titulé
"Cristo entrado en Bruselas".
Donde está el horror, ahí debe estar Cristo.
Donde está la sobervia, debe estar Cristo.
donde está la indecendia, Cristo también.
Estoy llamando a Cristo con mi cuadro.
Esoy diciéndole: "Señor, este fue el mundo que tú creaste a imagen y semejanza".
Antes de que la muchedumbre derribe mi puerta
y me aprratre como un fardo
y me abofetee y escupa
por pintar tu rostro entre asesinos y prostitutas,
he de terminar, por fin, tu mirada triunfal en Bruselas.
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James Ensor,
José Pérez Olivares
LA GRAN OLA (de José Pérez Olivares)
![]() |
La gran ola de Kanagawa, entre 1830-1833 Museo Metropolitano de Arte, Nueva York Katsushika Hokusai |
Supongamos que la Gran Ola cobra vida en el viejo grabado de Hokusai, y desciende con toda su fueza sobre las islas y los mares de Japón. Es una ola gigantesca arrastrándolo todo, una ola rugiente nacida, de súbito, en un extraño meridiano envuelto en los efluvios del calor y las estaciones muertas.
Supongamos que esa ola es la última noticia del siglo. Surgió en la mano del artista y ahora es un poderoso remolino de agua, una tromba a la altura de un rascacielos neoyorkino.
Cuando termino de escribir este poema, la Gran Ola estará arribando seguramente a la tibias aguas del Caribe, precedida de vientos que azotarán el litoral y la bahía. Su espuma amenazante mojará los pies de los niños, saltará los peldaños que conducen a mi casa, se deslizará por debajo de la puerta rumbo a las grises habitaciones donde yo deambulo conversando con mi sombra a la caída de la tarde.
La última imagen que tendré será la de mis papeles flotando con pereza encima de una ola.
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Hokusai,
José Pérez Olivares
REFLEXIONES A PROPÓSITO DEL 183.º CUMPLEAÑOS DE J.M.W. TURNER (de Gael Turnbull)
![]() |
The Burning of the Houses of Lords and Commons,1835. Philadelphia Museum of Art J.M.W. Turner |
Un explosivo fue ocultado debajo de los cimientos y detonó...
El sol ha desaparecido dejando una parte de sí adherida a
diversos fragmentos de vapor. Un soberano de oro viene
bien como sustituto.
El cielo ha sido arrancado del horizonte. El azul está pagando
el precio partiéndose en fisuras radiales de índigo. Hay que
clavarlos de algún modo con remaches de carmín.
Luego regresa a casa, disfruta de un vaso de jerez y obsérvalo
de nuevo.
Mañana comenzará la reconstrución de los cielos. Mientras
tanto, esta noche, la demolición no está exenta de
atracciones.
Los accidentes también pueden ser muy fecundos.
Sin olvidar el clima. Un tema de conversación muy conveniente.
La humedad ha penetrado más profundamente de lo que
habíamos supuesto. La luz misma está deformada. Incluso las
nubes se ven afectadas por el moho.
Nuestro texto para la ocasión es: "...predicar la liberación de
los cautivos y la recuperación de la vista a los ciegos, liberar
a aquellos que están heridos...".
Los colores apresados en la luz del día.
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Gael Turnbull,
Turner
LA ÚLTIMA CENA. ESCUELA VENECIANA, SIGLO XVI (de Hans Magnus Enzensberger)
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Cena en casa del señor Levi, 1573 Galería de la Academia de Venecia Paolo Veronés |
I
Al terminar mi Última Cena,
trece metros por cinco y medio,
monstruosa tarea, pero bastante bien pagada,
surgieron las preguntas de siempre:
¿Qué significan todos estos extranjeros
con sus alabardas? Visten
como herejes, o como alemanes.
¿Le parece normal
pintar a san Lucas
con un palillo de dientes en la mano?
¿Quién le metió en la cabeza la idea
de sentar moros, borrachos y payasos
a la mesa de Nuestro Señor?
¿Hemos de soportar a un perro
olfateando, a un enano con una cotorra
y a un mameluco sangrando por la nariz?
Señores míos, dije, he inventado
todo esto para mi propio placer.
Pero los siete jueces de la Santa Inquisición,
dejando ondear al viento sus túnicas de seda roja,
murmuraron: No nos convence.
II
Sí, he pintado cuadros mejores,
pero ese cielo muestra colores
que no encontraréis en ningún cielo
que no haya sido pintado por mí;
me complacen estos cocineros
con sus largos cuchillos de carnicero,
y estos hombres vestidos con capuchas
adornadas de piel, con penachos
de plumas de garza,
con turbantes tachonados de diademas
y perlas; y qué decir
de la gente embozada
subida a los techos más distantes
de mis palacios de fachada de alabastro,
recostadas en los parapetos a una altura de vértigo.
No sé lo que buscan. Pero no os miran a vosotros,
ni tampoco a los santos.
III
Os lo he dicho una y otra vez:
No hay arte sin placer.
Esto es cierto hasta en las interminables crucifixiones,
los diluvios y las matanzas de inocentes
que me pedís que ejecute,
no puedo imaginar por qué.
De modo que cuando los suspiros de los críticos,
las sutilezas de los inquisidores
y las pesquisas de los escribas
fueron demasiado para mí,
rebauticé mi Última Cena
y decidí llamarla
Una cena en casa del Señor Levi.
IV
Espera y verás quién tiene la última palabra.
Toma mi Santa Ana con la Virgen y el Niño, por ejemplo.
No es un tema muy divertido.
Pero debajo del trono,
en el piso de mármol bellamente decorado
de un rosado arenoso, negro y malaquita,
coloqué, a modo de gracia redentora,
una tortuga de ojos vidriosos,
patas elegantes y un escudo
de carey casi translúcido.
Maravillosa idea.
Resplandecía bajo el sol como una enorme peineta
de concha perfectamente arqueada,
color topacio.
V
Pero en cuanto la vi arrastrándose,
pensé en mis enemigos.
Los galeristas balbuceando,
los profesores de arte silbando,
y los pedantes eructando.
Antes de que los parásitos tuvieran oportunidad
de explicármela,
tomé mi pincel
y sepulté a mi criatura
bajo unas discretas losas
de mármol negro, verde y rosado. Santa Ana no es mi obra más famosa,
pero tal vez sea la mejor.
Nadie más que yo sabe por qué.
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Hans Magnus Enzensberger,
Verones
PORQUE PIENSA, CREE EL HOMBRE QUE ES DISTINTO DE LAS OTRAS COSAS (de Santiago Elso Torralba)
![]() |
La reproducción prohibida (Retratro de Edward James )
Museum Boymans-van Beuningen. Rotterdam.
René Magritte
|
¿Has visto dos espejos cara a cara?
No tiene fin el fondo, cada cosa
se duplica, se vuelve numerosa,
no es una ya; lo singular declara
que él es plural y múltiple, y no para
cada imagen de hacerse tan copiosa
que nos parece entonces que rebosa
el mundo de apariencias. Quien buscara
en este abismo algún original,
no lo hallará, y si todo se repite
es porque juega el Ser al escondite
fugándose hacia el fondo del cristal.
Incluso ese de ahí, que ve su propia
nuca; no entiiende que él es una copia.
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René Magritte,
Santiago Elso Torralba
PINTORES (de Ignacy Krasicki)
Hubo en cierta ocasión dos retratistas:
Pedro era bueno y pobre; Juan era malo y rico;
Hambre pasaba Pedro, aunque era un gran pintor.
Mas Juan, pésimo artista, un gran lucro obtenía.
¿Por qué tan desigual tuvieron el destino?
Pedro era fiel a los rostros que pintaba;
Juan belleza a los rostros añadía.
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Ignacy Krasicki
REMBRANDT EN UNA VENTANA DE AMSTERDAM (de Felipe Juaristi)
Quiere Rembrandt pintar el infinito
traer el infinito a los ojos
a los dedos a los oídos
a los vientos
denso blando profundo
es el infinito
mira por la ventana
pasa elegante una mujer
joven todavía agua fuego.
piensa Rembrandt que es nieve
no hay palomas en el cielo nubes cubren la ciudad
blanca huidiza es la felicidad
pasa lento un hombre de edad madura
un carro transporta el cansancio.
tiempo tiempo tiempo.
piensa Rembrandt que es la noche
negra lluvia negra mar negra fachada de la ciudad
Muerte Muerte Muerte
pasa un regimiento de soldados
ronda diaria alegre ruidosa
bosque con todos los colores desplegados
pájaros enseñando orgullosos sus plumas
los mira tras los cristales,
mas se han ido ya en silencio
el jinete polaco el infante español ligeros
son crueles los ojos del soldado
duros sin brillo
aprisa aprisa aprisa
tras el infinito siempre
Rembrandt no puede cerrar las ventanas
la vida pasa por delante
chicos y chicas jugando,
herejes encadenados hacia el muelle nuevo exilio,
mujeres adineradas charlan amantes de Dios
burgueses hacia la Bolsa amantes de la geografía oriental
Spinoza Spinoza Spinoza
geómetra de sentimientos esteta de las pasiones
mide el infinito con paso incierto
quiere pintarlo quiere tenerlo
quiere traer el infinito a la luz
pero sólo aparece su propia imagen de pintor
la cara del infinito
tiene pequeños los ojos
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Felipe Juaristi
SOLILOQUIO DE UN MAMELUCO - Reflexiones ante un cuadro de Goya- (de Fernando Anaya)
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El dos de mayo de 1808 en Madrid o La carga de los mamelucos, 1814 Museo del Prado Franciso de Goya |
Nosotros
sucesores del miedo
prole que la denuncia reunió
nacimos para el claustro de una síntesis
condenados a íntimas empuñaduras y a pupilas dispersas
transportamos
una misión malentendida
tan irremediablemente solos
tan lúcidamente distantes
en el ritual de la mayor tristeza
el ciclo
de una tragedia antigua
se cae de nuestros colgantes omóplatos
y mi puño que el miedo instruye
domina la procesión de tus muertos
desde el sabor de la punzada enferma de sí
la blasfemia está agotada de ser enseñanza
y hay una muchedumbre espantando su ceguera
y un doloroso ánimo por testificar lo que sois
un nudo de cuellos aún recientes
que el espléndido peso de la cólera
desfigua
y nuestros músculos que no terminan de hundirse
en al fijación enboscada de su envío...
Desciéndeme te lo suplico
de este cetro de la infamia
quiero llorar por fin.
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Fernando Anaya,
Goya
SONETO Y RETRATO DE LA MUJER AMADA (de Jacabo Rauskin)
Antes de encaminarme a la blancura
de tu blusa, de un lirio, de otras flores,
cuando nada sabía de colores,
de falsa perspectiva, de pintura ;
antes de verte a ti dejar la oscura
noche encendida en dulces miradores
y de entender por qué unos resplandores
iluminan el trazo que hoy me apura,
algo de ti sabía que entreveo
ahora, en este instante, cuando pienso
al pie del verso que mi pluma pinta,
al pie de un cuadro que en mi verso veo:
goza la luz bañándote en lo inmenso
y en tu figura al sol, hecha de tinta.
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Jacobo Rauskin
GIOVANNI ARNOLFINI Y SU ESPOSA – De Jan Van Eyck- (de Hebert Abimorad)
cabe tanto
en esta inmensidad
de colores radiantes
las manos invitan a entrar
toda escena seductora
esconde algo
dudo antes de atravesar el umbral
de la habitación confortable
donde la luz ilumina y unifica
suavidad en la prendas de vestir
quiero entrar me detengo
es una trampa
el brillo del metal pulido
la talla de ebanistería
¿qué se esconde?
en esos objetos corrientes
la cualidad mística atrapa
ellos se aman
una mano en alto indica
un juramento sin sacerdotes
boda con testigos
ocultos en el espejo de la puerta
sin atreverse a entrar
sin atreverse a entrar
el artista da testimonio
de su presencia en la habitación
cae en la trampa
escribiendo con escritura florida
Jan Van Eyck estuvo aquí
y añade la fecha
una vela encendida en el candelabro
un perrito representa la fidelidad
los frutos sobre el arca
el alféizar
rosarios de cristal cuelgan de la pared
los dos personajes están descalzos
unas zapatillas a la izquierda
en el pirmer plano
otras en el centro al fondo
símbolos camuflados
ellos no escaparán
son la trampa de la habitación.
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Hebert Abimorad,
Van Eyck
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