¿Conservas, copa, la huella
de aquel que una vez te alzó
en la noche para celebrar
un triunfo sobre el destino?
¿O fue el licor que contenías
bálsamo contra las lágrimas
de la Derrota inevitable?
Tal vez nunca bebió en ti
más que la desganada costumbre.
Déjame que celebre hoy
tu victoria sobre el tiempo:
yo, a quien nadie diría más frágil
que tú y que, sin embargo,
jamás podría dejar
sino una huella en tu porcelana,
invisible a los ojos
de las generaciones de los hombres.