Esta española yanki, y tan francesa,
que es toda España
—para el mundo— tiene
un ardor en los
ojos, que le viene
de un corazón de
virgen satiresa.
Mística, y tan
carnal, sabe de amores
únicos y de
espamos indecibles.
Y coloran sus
labios los terribles
rojos de las
heridas y las flores.
Pasión rugiente
duerme en su ancha ojera,
y en el seno
magnífico, que exulta,
un gran valor y un
miedo milenario...
Puesta la mano en
la gentil cadera,
junto de la morena
carne oculta
una navaja y un
escapulario.
La Carmencita.
John Singer Sargent, 1890
Musée d'Orsay, París