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La fuente. Ingres, 1856. Museo de Orsay, Paris |
Sobre la fuente había piedra limpia.
Limpia el agua pasaba.
Había sol y campo. Tu serena
carne se ofrecía
caliente al viento hecho gracia.
Pasé yo por tu lado. Enhiesta estabas,
cántaro a la cadera, a regresar.
Pasé yo por tu lado. Fresco niño,
al detenerme iba. Tú alargaste
tu gesto permanente y me dijiste:
Pero, pasa...
Y pasaba, pasaba largamente, prolongando
bajo tu sombra mi estancia.
Cuando ya mí cuerpo estaba lejos
y junto a tu sombra el agua.