(Tras ver un cuadro de Bradley Walker Tomlin)
Siempre el más pequeño acto
posible
en este tiempo de actos
mayores que la vida: un gesto
para lo que pasa
casi sin ser visto. Un pequeño viento
agitando una hoguera, por ejemplo,
que encontré hace pocos días
por accidente
en la pared de un museo. No es
mucho. Unos cuantos jirones
de blanco
ociosamente arrojados
contra el negro intacto
del fondo, tan sólo
un pequeño gesto
tentando no ser
más de lo que es. Y, sin embargo,
no está aquí,
y a mis ojos
jamás se convertirá
en una cuestión de intentar
simplificar el mundo, sino en una forma
de buscar un lugar
por el que entrar al mundo, una forma de estar
presente
entre las cosas
que no nos quieren: pero que necesitamos
en la misma medida en que nos
necesitamos
a nosotros mismos. Hace tan sólo un instante,
la bella
mujer
que se erguía ante mí
me había estado diciendo
cuánto deseaba
un niño
y cómo el tiempo empezaba a
agotársele. Acordamos
escribir cada uno un poema
usando las palabras «un pequeño
viento
agitando una hoguera». Desde aquel instante
nada
ha significado tanto como el pequeño
acto
presente en estas palabras, el acto
de intentar decir
palabras
que apenas tienen significado. Hasta el final
quiero igualarme
a cuanto el ojo
pueda, quiera
traerme, como si
finalmente
pudiera verme a mí mismo
liberado
en las cosas
casi invisibles
que junto a
nosotros
y todos los niños
aún no nacidos
nos llevan
al mundo.
(del poemario "desapariciones" Ed: Pre-Textos)