Bajo el inmenso cielo de azurita,
sobre un cilindro puro, miras al horizonte
con la quietud
que el mármol les regala a las estatuas,
ocultas los deseos en los ojos
con el valor que añade el tiempo,
pasan las gentes por tu lado levantado la vista,
como si levantar quisieran
las cadenas que arrastran los eslabones más oscuros,
tu seno descubierto nos ofrece
la fe de lo posible,
alimento primario de esperanza,
y ese yugo vencido que se rompió a tu paso
añade otro mensaje a tu figura.
A tus pies una gata reposa vigilante,
compartiendo contigo la utopía.