Tú puedes preparar tu color favorito.
Coges un poco del rojo de una rosa o de la sangre, un poco
de azul de la flor de la nostagia.
Coges amarillo del cielo, del chino o de la prímula,
negro de la melancolía.
Verde encontrarás en abedules y abetos, en la hierba
y en la tundra.
Coges blanco de cualquier sitio donde lo encuentres,
en la iglesia o en la carbonera.
Un poco de marrón nunca te faltará, siempre lo hay
allí por donde han pasado perro o caballo.
Azul encuentras de sobra en el mar o en la mirada
de tu amada.
Echas todos esos colores en un recipiente resistente
al fuego y los mezclas revolviendo a mano.
Lo colocas en el hormo de la vejez a la baja temperatura
del cuerpo y horneas unos cuarenta años.
Sacas el recipiente.
Ahí tienes tu propio color, el gris, el gris genuino
el auténtico gris personal.
(del poemario "Los estragos del tiempo")