Los fusilamientos del tres de mayo, 1814 Museo del Prado Goya |
En el jardín germinan los cadáveres.
Ángel González
Detrás de los fusiles, ay, detrás de los fusiles
se esconden.
Los senegaleses -Francia de la grandeza-
arrastran los machetes de la selva
y cierran los ojos para espantar los miedos
y acallar las explosiones.
Desde la sombra,
en sombras convertidos.
En cualquier caso,
son españoles los que mueren.
Contra la tierra
o rechinando arenas y alambradas.
Descamisados. Pueblo. Fantoches que no ceden
frente a los senegaleses sin rostro
bajo los morriones. -Napoleón, oh , Francia-.
* * *
Mueren de nuevo. Siempre mueren
los mismos y son los mismos los que matan:
Pueblo alumbrado y senegaleses.
Goya
descubre el cuadro cuajado de estertores
y le embadurna de color: el amarillo
de la náusea y el blanco
de la camisa. De rodillas.
El pueblo,
desesperadamente de rodillas, muere.
Sobre los cuerpos derribados, sangre
del color de la sangre.
El tonsurado
acaso reza por lso senegaleses.
En tanto, el pueblo grita, los brazos
alzados, como si midiera
las proporciones de la rabia.
“Merde” o mierda en castellano.
* * *
En las aguas calientes de la noche
navegan los palacios.
Ni una flor en el monte.
Sangre y pueblo.
Y Goya embadurnando
el gran cartel mural de España.