Francisco de Zurbarán
En el vasar oscuro
un ascua de metal en la bandeja,
la taza en la lunaria loza de Triana
que anilla el agua viva,
y una rosa entreabre
los expirantes labios de sus pétalos
porque aún su morir se alabe en el aroma.
La clausura de luz
apenas ilumina rosa, bandeja, arcilla y el silencio
se hace de tacto en el aire espeso.
Sosiego de la tarde o la mañana,
en el igual breviario de los días.
Como un astro apagado
gravita la bandeja y su liviano peso,
alegoría y cifra de renuncias,
y a la vez del deseo de ojo lince y sanguino
que violenta la regla:
frialdad de los metales en rígida obediencia,
indigencia del agua,
carnal rosa nocturna de los súcubos,
turban vigilia y sueño del cartujo.
Esa sed , ese olor de los sentidos.