Retrato de Antinoe, siglo II Museo del Louvre |
Inquieta, inmóvil, suave, suplicante,
tú nos estás mirando en tus ojos rasgados.
Tú eres su asombro, su color, su forma de almendra,
tú nos estás mirando en tus ojos rasgados.
¿Qué viste, di, sin verlo, no más hace un segundo,
entre el ir y venir de tu madre y la esclava?
¿Qué viste, sin saberlo, justo antes
de mirar al pintor y a través de sus ojos
tú nos estás mirando en tus ojos rasgados.
Tú eres su asombro, su color, su forma de almendra,
tú nos estás mirando en tus ojos rasgados.
¿Qué viste, di, sin verlo, no más hace un segundo,
entre el ir y venir de tu madre y la esclava?
¿Qué viste, sin saberlo, justo antes
de mirar al pintor y a través de sus ojos
mirar desde la tabla? ¡Un resquicio
tan pequeño del tiempo, apenas
el ansia de un moscardón o el grito de un pájaro,
y ya
la fuente se ha secado! El patio todo
se arrugó como una flor, voló en minucias,
y tú no te dás cuenta, mira y mira, muchacha
suplicante. Ya es inútil volver, ya no te esperan,
se acabó el circo, la ciudad, fría la cena,
ya es inútil volver: te atrapó el Arte.
tan pequeño del tiempo, apenas
el ansia de un moscardón o el grito de un pájaro,
y ya
la fuente se ha secado! El patio todo
se arrugó como una flor, voló en minucias,
y tú no te dás cuenta, mira y mira, muchacha
suplicante. Ya es inútil volver, ya no te esperan,
se acabó el circo, la ciudad, fría la cena,
ya es inútil volver: te atrapó el Arte.