La lección de música. Vermeer |
Mujer de azul que lee una carta. Vermeer |
No un mundo protegido… Justo tras la pared comienza el estrépito
comienza la posada
con risas y rabietas, dentaduras, tañido de campanas
y el cuñado demente, donador de la muerte ante el cual todos deben temblar.
La gran explosión y los pasos tardíos del salvamento,
los barcos que se pavonean el la rada. El dinero que se desliza en el bolsillo equivocado,
exigencias que se amontonan sobre exigencias,
rojos cálices abiertos que sudan presentimientos de guerra.
Desde allí y atravesando la pared entra al luminosos estudio
entra en el instante que vivirá siglos.
Cuadros que se llaman “La lección de música”
o “Mujer de azul que lee una carta”:
embarazada, en el octavo mes, dos corazones golpean dentro de ella.
Detrás de la pared, cuelga un mapa arrugado de la “Terra Incógnita”.
Respirar en calma… Una desconocida materia azul está clavada en las sillas.
Los remaches de oro entraron volando a increíble velocidad
y se detuvieron en seco
como si no hubiesen sido nunca más que quietud.
Zumban los oídos, ya sea por la profundidad o por la altura.
Es la presión del otro lado de la pared.
Hace que cada hecho levite
y afirma el pincel.
Duele atravesar paredes, uno se pone enfermo de eso
pero es imprescindible.
El mundo es uno. Pero las paredes…
Y la pared es parte de ti mismo:
uno lo sabe o no lo sabe, pero así es para todos
salvo para los niños. Para ellos no hay pared.
El cielo claro se ha apoyado en la pared.
Es como una oración al vacío.
Y lo vacío vuelve su rostro hacia nosotros
y susurra
“Yo no estoy vacío, sino abierto”.
(del poemario "El cielo a medio hacer". Ed: Nórdica)