- Abuelo, ¿qué criatura es esa que aparece en el cuadro?
- Simpáticos, ¿no es así? Eran nuestras mascotas. Consentidos, limpios, juguetones, muy acomodados a convivir con nosotros...
- ¿Y por qué no he visto ninguno?
- Se extinguieron. No está muy claro en nuestros anales el por qué. Un día, de pronto, amanecieron muertos. Sin excepción.
- ¡Qué triste!
- De eso hace demasiado tiempo, no te entristezcas. Si te vas a poner así no te traigo más al museo.
- Está bien, dime cómo se llamaban y no tocaré más el tema.
- Como buenas mascotas, cada una llevaba su nombre propio; ahora, si quieres saber el nombre genérico, entre ellos se llamaban: homo sapiens, humanos, personas, gente, individuos, hombres. Nosotros les decíamos los Mimosos, porque se pasaban la vida arrullándose. ¡No sé cómo pueden haber teóricos que digan que se exterminaron unos a otros!
- Tampoco lo creo - dijo la joven cucaracha -, en el cuadro se les ve demasiado delicados para ser violentos.