no va con rojo encendido y las abuelas
no hierven verduras sobre el tejado verde.
Las vacas, tonto, posan sus pezuñas en el pasto
y ese circo (¿los judíos van al circo?)
con obesas caballistas, pero todo tan tierno:
el jaez de los caballos, el fuego esplendente de tu pelo
–antorchas en raudo movimiento–
y quite ese rosa que distrae al amarillo.
La pintura no es su fuerte, Chagall.
Dedíquese a otra cosa”.
(Del poemario "Canciones del herrero del arca", 1989)