Van Gogh pintó una vez
el retrato del mundo
Allí estaba todo:
las flores que se abren
y las puertas que se cierran,
los días del llanto
y los días de oro
los senderos y los sueños,
los ramajes y las palomas.
También un niño
mirando dos amantes
y también la hora del nacimiento
y la muerte de cada hombre.
Para lograr ese retrato, Van Gogh
no tuvo sino que pintar una silla.