Paisaje invernal con patinadores y trampa para pájaros.
(Brueghel)
El paisaje habitado por la nieve
recoge entre sus límites
la extensión de la vida:
juegan los niños sobre el cauce helado,
patinan y se entregan al fluir
ajenos a la trampa de la muerte.
¿Quién habita en las casas, quién se encarga
de atizar los rescoldos de la luz,
de mantener el fuego?
Los árboles sin hojas y en letargo
ofrecen al espacio la extensión de sus ramas,
todo es entrega en ellos y los pájaros
reposan su volar entre la urdimbre
vegetal de los árboles.
¿Quién ha puesto la trampa?
¿Quién detrás de la muerte
convoca tantos vuelos a su imán?
Movimiento y quietud entre los límites
poblados de la tela,
juego de vida y muerte al que se entregan
los niños y los pájaros, los árboles
y las casas cubiertas por la nieve.
Todo en espera del brotar, la vida
se esconde agazapada entre los fríos,
la celosía de las ramas traza
geometrías del aire,
por el cauce del tiempo patinan los muchachos
y la muerte no es más
que negación del vuelo.
2
Winter.
(Paul Klee)
Dentro de este mundo no se me puede comprender,
pues tanto vivo con los muertos como con los no nacidos,
algo más cerca de la creación de lo que es usual
y, ni con mucho, suficientemente cerca.
pues tanto vivo con los muertos como con los no nacidos,
algo más cerca de la creación de lo que es usual
y, ni con mucho, suficientemente cerca.
(Epitafio, Paul Klee)
Entre el cielo y la tierra
la sutura del límite
y, en la herida, el color entre el aire y lo sólido.
Aún celebran las formas el gozo de ser formas,
de ser círculo, curva y lados del triángulo,
de ser rectas que enmarcan ese rombo violeta,
perfil de la montaña en un zig_zag de líneas
o rectángulo erguido sobre una basa azul.
La materia es la forma que contiene al espíritu
y es ángel esa nieve que desciende a la tierra.
¿Y qué será la muerte
ahora que todo cesa,
ahora que todo yace en las criptas del fondo?
El blanco en la materia de la nieve,
¿No esconde los perfiles de las cosas?
¿No es caricia, regazo y envoltura
de purificación?
Mirad los árboles erguidos, cómo
estelas de la vida son sus ramas,
sus troncos, su presencia,
y desnudos recogen el latir
ahora que todo es muerte, letargo, aterimiento;
los árboles-estrellas que interrogan al aire,
que impugnan a la muerte con su sola presencia,
que despliegan sus ramas como en ofrecimiento.
El azul borrascoso de los cielos
y el blanco de la tierra cubierta por la nieve.
¿Y dónde se halla el reino de los muertos
y de los no nacidos?
¿Aquí, en esta pureza,
en esta entrega al mundo de lo que tiene forma
y que alberga la vida en sus estancias?