Crucifixión, 1475 National Gallery Antonello da Mesina |
Sobre el dolor nunca se equivocaron
los antiguos maestros. Por ejemplo,
esta Crucifixión: Jesús ha muerto. Pende
frío y abandonado –a sus pies ya tan sólo
su madre y el amigo más querido-,
de la cruz todavía.
Y sin embargo,
qué extraña paz, qué luminoso orden
en la mañana.
Un gozo misterioso
invade el alma como
un acorde perfecto.
(Antonello sabía
que allí murieron todos los pecados
de la Historia, que una
Humanidad distinta estaba amaneciendo
en aquel cuerpo roto. Que empezaba la Vida.)