Las cosas nos anhelan,
se sienten solas sin nosotros,
vacilantes, huérfanas, absurdas,
y, por eso, se vueven posesivas,
ávidas de afecto,
nos rondan con angustia,
nos imantan,
nos colman de pesadas atenciones,
nos retienen con su terco afán de sumisión.
No importa no tener dos alas,
si se tiene amor,
para poder alzar el vuelo
y suavemente
desasirse de ellas; para ser
como Chagall y esposa, allá en lo alto:
dos ángeles que pasan
por encima de las cosas.
Sobre la ciudad, 1918 Marc Chagall |