DIÁLOGO
entre la Naturaleza y las dos artes, Pintura y Escultura, de cuya preminencia se disputa y juzga.
Dedicado a los prácticos y teóricos en estas artes.
Escultura: Tú, venerable maestra
de las artes, docta y diestra,
pues somos ambas tus hijas,
es bien juzgues y corrijas
esta diferencia nuestra.
En fín, quiere la Pintura,
siendo sombra y vanidad,
tener honra y calidad.
Pintura: Mucha tiene la escultura,
si iguala a su cantidad.
Mas no juzgue por honor
ser material su labor;
que acción más calificada
es hacer algo de la nada:
acción rara del pintor.
Escultura: Hacer callar podría
tu humilde genealogía.
Pintura: Pues la tuya no me asombra.
Escultura: Fue tu principio la sombra.
Pintura: Y el tuyo la idolatría.Naturaleza: Según mi naturaleza,
no le ofende a la vileza
de su padre al hijo noble;
mas la adquirida nobleza
su ser califica al doble.
Pintura: Así, por su industria pura,
se ha ilustrado mi pintura;
y es más honrosa costumbre
sacar de la sombre lumbre
que de la luz sombra oscura.
Escultura: También si mi origen vano
fue algún ídolo profano,
ya imitan hoy mis sinceles
al Dios trino, al Dios humano,
con mil simulacros fieles.
Yo soy bulto y corpulencia,
y tú, un falso parecer;
y así te excede mi ciencia
con la misma diferencia
que hay del parecer al ser.
Pintura: Con esa falsa razón
mal tus honores se aumentan;
que una y otra imitación
no atienden a lo que son,
sino a lo que representan.
Mal puede el arte formar
el ser mismo de la cosa.
Naturaleza: Fuera quererme igualar.
Pintura: El esculpir o pintar
ficción ha de ser forzosa.
Y habiendo de ser fingido
lo pintado y lo esculpido,
bien debe ser más preciado
lo que finge el relevado
y le aumenta el colorido.
es fingir lo natural;
y siempre tus obras son
algún mármol o metal.
Yo, con mis tintas süaves,
la vista engaño y desvelo;
prueba tú, si engañar sabes,
con el racimo las aves,
o a Zeusis con otro velo.
que en más de un galán y dama,
sin concimiento o trato,
Amor encendió su llama
sólo mirando un retrato.
ya ves que sólo atendía
al torpe ardor y lascivo;
mas no por eso creía
que era el simulacro vivo.
Yo, con vigor diferente,
convenzo la vista humana,
que juzga, al verme presente,
ser cuerpo que espira y siente
lo que es superficie llana.
Así que tu bulto es vano
junto al colorir que engaña,
tratado con diestra mano:
hables Coregio y Ticiano,
o el Mudo pintor de España*. (Nota: Juan Fernández Navarrete)
Escultura: En fin, ¿un hombre sin habla
ha de ensalzar tu pincel?
Pintura: Sí, que en cada liezo y tabla
su pintura a voces habla,
con elegancia, por él.
Naturaleza: En tal perfección bien pudo
ser, aunque mudo, tan diestro;
y no hay más docto maestro
que las acciones de un mudo
para el ejercicio vuestro;
que, como sus intenciones
declara con las accioens,
así, quien aquéllas pinta,
puede, en pintura sucinta,
pintar distintas razones.
Y si Homero componía
su gran pintrua canora
sin ojos, también podría
formar, sin legua sonora,
un mudo, muda poesía.
Escultura: Pintura, tú no me arguyas
con tantas grandezas tuyas;
que esos hombres que decías
han de olvidarse en dos días,
ellos y las obras suyas.
Dar puedes por acabada
fama, cuyo fundamento
es sólo una tez delgada
de un lienzo o pared pintada,
que en breve la borra el viento.
Mis bronces son poderosos
contra tus vanas envidias;
y en mármoles espantosos
vivirán siempre famosos
mis Praxíteles y Fidias.
Pintura: No está en los mármoles rotos
la fama de tus sinceles;
que hoy la alcanzan mis Apeles,
Parrasios y polignotos,
sin rastro de sus pinceles.
Nunca la materia puede
dar al artífice honor,
que con el arte la excede;
y a la cera le concede
lo que al bronce vividor.
Nuestras artes se acreditan
si perfectamente saben
copiar las formas que imitan;
y su honor no le limitan
en que duren o se acaben.
Naturaleza: Sosegar vuestra contienda
quisiera, sin vuestro agravio,
porque la verdad se entienda,
y no para que se ofenda
el artífice más sabio.
Digo, pues, que no dudéis
ser vuestra nobleza igual
en una parte esencial
que es el fin a que atendíes
copiando mi natural.
Mas los medios solamente
con que ese fin se procura
(no se altere la Escultura)
le dan honra preminente
al arte de la Pintura.
Porque mediante la unión
del colorido perfeto,
y el uno y otro preceto,
extiende su imitación
a todo visible objeto;
y con sus tintas mezcaldas,
y en el dibujo fundadas,
llegan a ser tan creídadas
sus imágenes fingidas
como mis obras formadas.
El buril no ha de imitar
fielmente en materia alguna
al fuego, al rayo solar,
al tendido campo, al mar,
cielo, estrellas, sol y luna.
Y dado que el sumo honor
del escultor y pintor
es cuando imitar procura
al hombre, que es la criatura
más semajante al Criador,
también en el hombre es llano;
se adelantan las colores
con admirable primores,
trasladando al cuerpo humano
mil pasiones interiores.
¿A cuáles ojos no engaña l
la vivacidad extraña
de alguna faz, donde asista
desde el brillar de la vista
hasta la sutil pestaña?
Crece también calidad
al pintor verle agravado
de inmenso dificultad
y siempre necesitado
de ingenio y capacidad.
Y si el escultor alega
de sus golpes la fatiga,
es alegación muy ciega
que a más cansancio se obliga
el que rema, cava o siega.
Y si al arte liberal
del buen pincel y buril
la honrara un trabajo tal,
debiéramos honra igual
a la mecánica y vil.
El trabajo superior
que a las artes da valor,
en el ingenio se emplea;
y éste es siempre el que pelea,
solícito en el pintor.
La Escutlrua, más templada,
de ingenio y mas descansada ,
mira y mide sin engaño
en los bultos que traslada
la forma, acción y tamaño.
Mas el que en lo llano pinta,
ni tamaño, acción o forma
de aquello que ve le informa,
ni da claridad distanta
si el picel no lo reforma;
no hay medida que le ayude;
ni la vista le asegura
si al arte sagaz no acude,
donde con industria pura
todo lo corrija y mude.
Ésta es ya la prospectiva,
en cuyo cimiento estriba
cuanto colora el pincel;
arte difícil y esquiva,
y, más que difícil, fiel;
que si el pintor que la entiende,
la ragala y no la ofende
en los escuros y claros,
forma los escorzos raros
con que a los sabios suspende.
Desta admirable labor
y dificultad extrema
vive ajeno el escultor;
y al ingenioso pintor
le da autoridad suprema.
He poderado las partes
de más grandeza y agrado,
y no diréis que he negado
el honor que a entrambas artes
debo, en eminente grado.
fue algún ídolo profano,
ya imitan hoy mis sinceles
al Dios trino, al Dios humano,
con mil simulacros fieles.
Yo soy bulto y corpulencia,
y tú, un falso parecer;
y así te excede mi ciencia
con la misma diferencia
que hay del parecer al ser.
Pintura: Con esa falsa razón
mal tus honores se aumentan;
que una y otra imitación
no atienden a lo que son,
sino a lo que representan.
Mal puede el arte formar
el ser mismo de la cosa.
Naturaleza: Fuera quererme igualar.
Pintura: El esculpir o pintar
ficción ha de ser forzosa.
Y habiendo de ser fingido
lo pintado y lo esculpido,
bien debe ser más preciado
lo que finge el relevado
y le aumenta el colorido.
Escultura: Mi relievo no es ficción.
Pintura: No, más el arte esencial es fingir lo natural;
y siempre tus obras son
algún mármol o metal.
Yo, con mis tintas süaves,
la vista engaño y desvelo;
prueba tú, si engañar sabes,
con el racimo las aves,
o a Zeusis con otro velo.
Escultura: A más mi buril se atreve,
pues, sin color el relieve,
cuando al vivo se conforma,
la perfección de su forma
sola los afectos mueve;
tanto, que una piedra dura
ha enciendio tierno amor
a fuerza de mi escultura;
fuerza que de la pintura
no la refiere escritor.
Pintura: Será ofendiendo mi fama, pues, sin color el relieve,
cuando al vivo se conforma,
la perfección de su forma
sola los afectos mueve;
tanto, que una piedra dura
ha enciendio tierno amor
a fuerza de mi escultura;
fuerza que de la pintura
no la refiere escritor.
que en más de un galán y dama,
sin concimiento o trato,
Amor encendió su llama
sólo mirando un retrato.
Escultura: Es así, mas, bien mirado,
el que allí la llama enciende
no es el retrato pintado;
porque el amor sólo atiende
al ausente y retratado;
y cuando alguno abrazaba
al simulacro que amaba,
todo su amoroso afeto
en el mármol se empleaba
sin pensar en otro objeto.
Pintura: Quien tal extremo hacía, el que allí la llama enciende
no es el retrato pintado;
porque el amor sólo atiende
al ausente y retratado;
y cuando alguno abrazaba
al simulacro que amaba,
todo su amoroso afeto
en el mármol se empleaba
sin pensar en otro objeto.
ya ves que sólo atendía
al torpe ardor y lascivo;
mas no por eso creía
que era el simulacro vivo.
Yo, con vigor diferente,
convenzo la vista humana,
que juzga, al verme presente,
ser cuerpo que espira y siente
lo que es superficie llana.
Así que tu bulto es vano
junto al colorir que engaña,
tratado con diestra mano:
hables Coregio y Ticiano,
o el Mudo pintor de España*. (Nota: Juan Fernández Navarrete)
Escultura: En fin, ¿un hombre sin habla
ha de ensalzar tu pincel?
Pintura: Sí, que en cada liezo y tabla
su pintura a voces habla,
con elegancia, por él.
Naturaleza: En tal perfección bien pudo
ser, aunque mudo, tan diestro;
y no hay más docto maestro
que las acciones de un mudo
para el ejercicio vuestro;
que, como sus intenciones
declara con las accioens,
así, quien aquéllas pinta,
puede, en pintura sucinta,
pintar distintas razones.
Y si Homero componía
su gran pintrua canora
sin ojos, también podría
formar, sin legua sonora,
un mudo, muda poesía.
Escultura: Pintura, tú no me arguyas
con tantas grandezas tuyas;
que esos hombres que decías
han de olvidarse en dos días,
ellos y las obras suyas.
Dar puedes por acabada
fama, cuyo fundamento
es sólo una tez delgada
de un lienzo o pared pintada,
que en breve la borra el viento.
Mis bronces son poderosos
contra tus vanas envidias;
y en mármoles espantosos
vivirán siempre famosos
mis Praxíteles y Fidias.
Pintura: No está en los mármoles rotos
la fama de tus sinceles;
que hoy la alcanzan mis Apeles,
Parrasios y polignotos,
sin rastro de sus pinceles.
Nunca la materia puede
dar al artífice honor,
que con el arte la excede;
y a la cera le concede
lo que al bronce vividor.
Nuestras artes se acreditan
si perfectamente saben
copiar las formas que imitan;
y su honor no le limitan
en que duren o se acaben.
Naturaleza: Sosegar vuestra contienda
quisiera, sin vuestro agravio,
porque la verdad se entienda,
y no para que se ofenda
el artífice más sabio.
Digo, pues, que no dudéis
ser vuestra nobleza igual
en una parte esencial
que es el fin a que atendíes
copiando mi natural.
Mas los medios solamente
con que ese fin se procura
(no se altere la Escultura)
le dan honra preminente
al arte de la Pintura.
Porque mediante la unión
del colorido perfeto,
y el uno y otro preceto,
extiende su imitación
a todo visible objeto;
y con sus tintas mezcaldas,
y en el dibujo fundadas,
llegan a ser tan creídadas
sus imágenes fingidas
como mis obras formadas.
El buril no ha de imitar
fielmente en materia alguna
al fuego, al rayo solar,
al tendido campo, al mar,
cielo, estrellas, sol y luna.
Y dado que el sumo honor
del escultor y pintor
es cuando imitar procura
al hombre, que es la criatura
más semajante al Criador,
también en el hombre es llano;
se adelantan las colores
con admirable primores,
trasladando al cuerpo humano
mil pasiones interiores.
¿A cuáles ojos no engaña l
la vivacidad extraña
de alguna faz, donde asista
desde el brillar de la vista
hasta la sutil pestaña?
Crece también calidad
al pintor verle agravado
de inmenso dificultad
y siempre necesitado
de ingenio y capacidad.
Y si el escultor alega
de sus golpes la fatiga,
es alegación muy ciega
que a más cansancio se obliga
el que rema, cava o siega.
Y si al arte liberal
del buen pincel y buril
la honrara un trabajo tal,
debiéramos honra igual
a la mecánica y vil.
El trabajo superior
que a las artes da valor,
en el ingenio se emplea;
y éste es siempre el que pelea,
solícito en el pintor.
La Escutlrua, más templada,
de ingenio y mas descansada ,
mira y mide sin engaño
en los bultos que traslada
la forma, acción y tamaño.
Mas el que en lo llano pinta,
ni tamaño, acción o forma
de aquello que ve le informa,
ni da claridad distanta
si el picel no lo reforma;
no hay medida que le ayude;
ni la vista le asegura
si al arte sagaz no acude,
donde con industria pura
todo lo corrija y mude.
Ésta es ya la prospectiva,
en cuyo cimiento estriba
cuanto colora el pincel;
arte difícil y esquiva,
y, más que difícil, fiel;
que si el pintor que la entiende,
la ragala y no la ofende
en los escuros y claros,
forma los escorzos raros
con que a los sabios suspende.
Desta admirable labor
y dificultad extrema
vive ajeno el escultor;
y al ingenioso pintor
le da autoridad suprema.
He poderado las partes
de más grandeza y agrado,
y no diréis que he negado
el honor que a entrambas artes
debo, en eminente grado.