Pablo Picasso
Masacre en Korea, 1951
París, Musée National Picasso
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Mira, Guillermo, a quien empuña un sable
y se dispone, con el arma alzada,
a dar la orden de… ¡disparen! Nada
le detendrá y la salva insoportable
ha de atronar cuando el soldado hable.
¿No ves que no es un hombre el de la espada?
¿No ves la humana tropa transformada
en máquina; que nadie que eche un cable
queda, las ruina que hay al fondo, el acre
cielo que acepta la brutal masacre?:
Madres y niños con la muerte enfrente,
y a esos que sienten una prisa urgente
por matar, antes de que el más pequeño
consiga hacerse de esas flores dueño.