Ofelia, 1852 Sir John Everett Millais Londres, Tate Gallery |
A Sir John Everett Millais
Ofelia flota sobre la aguas verdes,
su cabello enredado entre nenúfares,
los juncos de la orilla.
Los pececillos de colores entran en sus oídos
con su batir de aletas diminutas
reproduciendo el perenne murmullo de la alucinación.
Ofelia flota y está inmóvil.
Bajo sus párpados conserva la imagen última:
el fugaz pajarillo, la abeja sobre el lirio,
las ojeras del príncipe de Dinamarca.
La conciencia se desvanece lentamente con su cerebro
que ya se descompone.
Pero no habrá descanso para la dulce Ofelia:
la locura no es alimento de la muerte
y flotará -como ella ahora-
sobre los ruidos del cuerpo reventándose,
sobre el hedor de sus emanaciones
y aun cuando todo esto haya pasado
persistirá en los órdenes desconocidos,
en los recuerdos que en los demás pervivan ,
en el remordimiento del ojeroso príncipe.