sol delicado
en cuyo ojo sombrío
alguien vigila.
Thomas Merton
Ah,
mi querido y descabellado y descabezado y
desorejado
Vincent
Van Gogh
cómo
diablos no se te ocurrió pensar
que
no se puede ser un gran pescador de soles
sin
arriesgar a la vez con ello
por
lo menos una mano la fortuna el amor o una oreja…
Con
lo peligroso que es lanzar arpones
contra
los dragones del cielo.
Y
tú
temerario
alucinado
compulsivo
casi
loco
persiguiendo
a los astros día y noche
por
el cielo
por
el mar
y
por la tierra,
para
después salir por ahí
con
los bolsillos llenos de soles
o
disfrazado de constelación
con
12 estrellas prendidas en un sombrero…
¡Abusando
del fuego sacro!
sabiendo
perfectamente
que
frente a él
todas
las alas y todas las manos
resultan
ser de cera.
Pobre
Ícaro
has
atrapado al sol
y
el sol te ha abrasado.