La torre de Babel, 1563 Pieter Brueghel |
El gran Dios me desprecia
porque pinto una torre.
Es humana soberbia, es desafío
contra la ley de Dios,
dice la voz que me susurra.
El cielo no fue hecho para el hombre,
lo sé, pero también
yo deseo alcanzar el cielo
y averiguar por fin lo que hay allí.
¿Es acaso pecado
hacerse un nombre por todos conocido,
aunque sea con barro
dela Tierra de Sinar?
¿Es acaso pecado
pintar la torre que crece y crece
hasta llegar al cielo?
¿A quién debo escuchar?
¿Al Dios que me desprecia
porque pinto lal Torre?
¿O al rey que ordena levantarla,
y mata a sus esclavos,
y eleva un piso, y otro, y otro,
hasta que sus esclavos se pierden,
y él mismo se pierde
en la gran torre que es su gran palacio,
y tambíen su gran cárcel,
y también su grandioso laberinto
que ya no esconde nada?
dice la voz que me susurra.
El cielo no fue hecho para el hombre,
lo sé, pero también
yo deseo alcanzar el cielo
y averiguar por fin lo que hay allí.
¿Es acaso pecado
hacerse un nombre por todos conocido,
aunque sea con barro
de
¿Es acaso pecado
pintar la torre que crece y crece
hasta llegar al cielo?
¿A quién debo escuchar?
¿Al Dios que me desprecia
porque pinto lal Torre?
¿O al rey que ordena levantarla,
y mata a sus esclavos,
y eleva un piso, y otro, y otro,
hasta que sus esclavos se pierden,
y él mismo se pierde
en la gran torre que es su gran palacio,
y tambíen su gran cárcel,
y también su grandioso laberinto
que ya no esconde nada?
Pero ¿acaso no soy como ese rey
que sueña con llegar al cielo,
sabiendo que no existe
el cielo,
sabiendo que no existe
la perfección?
¿Y qué será de mí
si no alcanzo a rozar con lo dedos
el cielo que no existe?
¿Y qué será de mí,
cuando me alcance la confusión de lenguas
y no pueda entenderme ni a mí misno?
¿Y a quién, a quién
debo escuche ahora?
Las velas ya se apagan.
El día se termina.
Y nadie dormirá conmigo.
debo escuche ahora?
Las velas ya se apagan.
El día se termina.
Y nadie dormirá conmigo.